MANIFIESTO
AVILÉS,
20 de mayo de 2018
Estamos
aquí para celebrar la diversidad mental y el orgullo loco. El mad
pride, según su nombre original en inglés, es un movimiento
internacional que se inició hace 25 años en Canadá. Desde entonces
no ha dejado de extenderse a un gran número de países en todo el
mundo. En España, hasta ahora, solo en Asturias desde el año 2010,
habíamos venido celebrando el Orgullo Loco. Esta es la primera vez
que se organiza de modo coordinado a nivel estatal. Con el lema
común: 'El orgullo lo cura” festejamos juntss la locura, llevando
a cabo marchas, concentraciones o fiestas, que incluyen charlas,
cineforum, teatro callejero, música, baile, disfraces...
Los
objetivos fundamentales del Orgullo Loco son la participación del
colectivo de personas con diversidad mental, y promover nuestra
visibilidad más allá del cuerdismo y de sus estigmas. El cuerdismo
son todas aquellas actitudes y comportamientos que, a semejanza del
machismo o racismo, estereotipan, prejuzgan y discriminan a las
personas diagnosticadas por la psiquiatría o tachadas como ‘locas’,
desde una perspectiva de superioridad ‘cuerda’. Cuerdismo es un
término que hemos empezado a utilizar hace muy poco, para referirnos
a algo que hasta ahora no tenía nombre No tenía un nombre propio,
nuestro, porque como pasa con tantas cosas de las locas y los locos,
todo el lenguaje que se utiliza para referirse a nosotros y a
nuestras experiencias es ajeno, incluso el que se refiere a aquello
que sólo nosotros conocemos, como las vivencias de locura, depresión
o ansiedad. Son otros quienes les dan nombre, las convierten en
diagnósticos, en enfermedades, y así se las apropian, las hacen
asuntos de su incumbencia y ya no de la nuestra, dejándonos al
margen de las decisiones sobre nuestras propias vidas.
El
cuerdismo está en la mirada que arroja sobre nosotros sus
ignorancias. La cultura cuerdista en la que vivimos nos hace a todss
cuerdistas, incluidss nosotrss, por eso es la base de tantísimas
vulneraciones de derechos, incluso de algunos fundamentales, que se
siguen produciendo hacia las personas con diversidad mental.
Por
ejemplo, se siguen produciendo internamientos involuntarios,
detenciones que van en contra del derecho fundamental a la libertad
consagrado en la Constitución Española, a pesar de haber sido
declarado inconstitucional el artículo de la ley que los permitía.
Ante ellos nos debería proteger también la Convención de derechos
de personas con discapacidad de la ONU, que insta a los Estados a
asegurar que “la existencia de una discapacidad no justifique en
ningún caso una privación de la libertad”.
Más
grave aún es el uso habitual en las unidades de ingreso psiquiátrico
de las llamadas contenciones mecánicas, que en realidad consisten en
amarrar a la gente a la cama. Estas no sólo atentan contra el
derecho a la libertad, contra la Constitución y la Convención de la
ONU, sino que constituyen de modo flagrante actos de tortura,
normalizados en los servicios de salud mental hasta el punto de que
una de cada cinco asturianas o asturianos que ingresa en ellas se ve
sometida a estas formas de trato manicomiales, rechazadas tanto por
la OMS como por la ONU.
Desgraciadamente
estas formas de maltrato asistencial son reflejo de un modelo de
atención que hoy es casi únicamente de contención. Contención
mecánica, farmacológica y simbólica que domina también la
atención ambulatoria a la salud mental, como consecuencia de una
brecha presupuestaria abismal frente a otros sectores de la medicina.
Una diferencia determinante reconocida hace ya años por los
ministros de salud de la Union Europea.
Todo
esto es solo la punta del iceberg. Nuestros derechos se ven
vulnerados en casi todos los ámbitos de nuestras vidas: laboral,
educativo, vivienda, en las relaciones con nuestros vecinos y a veces
con nuestras familias, con los propios profesionales de la salud
mental...
Desde
nuestro orgullo loco afirmamos que sólo somos enfermss en un sistema
entregado al reduccionismo biologicista, al pensamiento casi único
que impera en las políticas y en los servicios de salud mental,
condicionados por el poder inmenso de la propaganda y de la
influencia de uno de los negocios más poderosos que existen a nivel
mundial, el de las drogas legales. La propia industria
farmamentística reconoce en sus presupuestos que invierte sumas
ingentes de dinero en márketing y publicidad, superiores ya a las
que dedica a investigación. Su verdadera inversión alimenta a los
lobis políticos que deciden las estrategias de las instituciones
españolas y europeas, orientan la formación de los profesionales y
condicionan los contenidos de los medios de comunicación. Así nos
acabamos creyendo que la atención a la salud mental va solo de
contener síntomas, aunque con ello se contenga a las personas, se
las anule y se evite o impida el planteamiento de soluciones a
nuestros auténticos problemas.
Creemos
que es necesario volver a pensar la salud mental desde el principio:
la atención a nuestras vidas debe tener como base fundamental el
conocimiento y aplicación de los derechos de las personas; el trato
con humanidad, dignidad y respeto debe estar por delante del
tratamiento. Y los tratamientos, en lugar de buscar contener, deben
ir encaminados a canalizar; en
lugar de provocar la dependencia, como actualmente, deben promover la
autonomía. Consideramos que existen ya actualmente una multitud de
vías mucho más favorables para ello, como el apoyo mutuo entre
pares, el fomento de la participación y la expresión propia, la
prescripción social o recomendación de activos en la comunidad...
El
movimiento del Orgullo Loco, a semejanza del Orgullo Gay, considera
que sentirse orgulloso de la condición de loco o loca, más que
terapéutico, puede ser liberador. Para conseguir que la locura sea
respetada, es imprescindible abordarla desde su consideración como
diversidad, y defender nuestro derecho a ser quienes somos, y como
somos. Nos reapropiamos del término locura y nos identificamos como
locos y locas para enfrentarnos a la injuria, para contrarrestar su
carga peyorativa y combatir la aceptación irreflexiva de ese
cuerdismo generalizado que deforma nuestra imagen y nuestra realidad.
Que nos limita y nos excluye de nuestra sociedad. Y salimos del
armario, bajamos del desván, subimos del sótano y paseamos juntos
la calle para reclamar atención social, sanitaria, mediática,
política y sobre todo de la comunidad en la que vivimos, de la que
queremos y debemos formar parte. De los vecinos con quienes
compartimos nuestras vidas. Salimos a la calle para ser vistos, pero
también para mirarnos unos a otros y reconocernos, para reunir
fuerzas entre todos y trabajar juntos en la transformación de
nuestras vidas.
Hasta
el día de hoy, 20 de mayo, día del orgullo loco, han venido
hablando otros por nosotrss, sin nosotrss: profesionales y técnicos,
familiares, políticos, periodistas... Podemos agradecer a quienes
han creído hacerlo por nuestro bien; pero es hora de que se escuchen
nuestras voces, y que se atienda a nuestros puntos de vista.
Visibilizarnos es importante; ser escuchados, imprescindible para
recuperar la posibilidad de disfrutar de vidas satisfactorias y
alcanzar el reconocimiento de nuestros derechos en igualdad. Los
protagonistas de nuestras vidas debemos ser nosotres. Somos locos y
locas, pero sabemos lo que queremos:
NADA SOBRE NOSOTRES SIN NOSOTRES
NADA SOBRE NOSOTRES SIN NOSOTRES
EL
ORGULLO LO CURA